20090920

19 de septiembre

Creo que yo me hice insensible a la memoria del terremoto del 85.

Yo vivía en un edificio en la col. Roma desde donde se veía por la ventana el hospital Juárez y estaba en contra esquina de los multifamiliares. Todos esos edificios cayeron ante los ojos de mi familia. Nos tocó el "cordón de seguridad" de la zona por el cual no dejaban entrar a nadie y menos nos dejaban salir.

Vimos mucha gente correr de un lugar a otro huyendo de escombros y fugas de gas; vimos gente cubierta de polvo y sangre, a medio vestir, sin saber donde estaban. Vimos hombres que se destrozaban las manos por quitar los escombros sobre sus familias. Vimos como todo lo que considerabamos una colonia tranquila se convertía en el centro del terror de muchos que no salieron vivos.

Al menos 3 familias que conocí en mi infancia quedaron incompletas después de ese día. Madres, padres y hermanos que no salieron de sus casas; gente que quedó sin una pierna o un brazo; compañeros de la escuela que ya no regresaron a clases.

No se si el exceso de "gore" es lo que me volvió una insensible. Se que mi madre muere de miedo con un pequeño movimiento, que mi padre sufre hiperglucemia cuando se mueven las lámparas, que mis hermanas sienten náuseas y lloran junto a sus hijos cuando oyen como truenan las ventanas. A mi no me importa mucho, me preocupo por ellos y me siento mal que no puedo quitarles esa angustia.

La última vez que tembló y que me tocó allá en el piso 37 si acepté que se sentía de la chingada que se te mueva la oficina desde tan arriba; igualmente solté toda una letanía de groserías mientras colgaba el teléfono y corría a la zona de seguridad. Pero no se si es miedo o solo empatía a las reacciones alrededor de mi.

Ahora cuendo tiembla me angustio pero más por saber si mi madre está sufriendo un ataque de pánico o si mi padre está controlado o si mis hermanas estan abrazando a sus hijos.

El director del changarro quedó sepultado en uno de los hospitales durante aquel terremoto; lo sacaron unas horas después. Realmente no me imagino si la angustia que yo pude haber sentido en algún momento se compara con lo que él deba sentir cada que se nos mueve el piso. Creo que eso es lo que me detiene de sobre-reaccionar.